Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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sábado, 6 de agosto de 2011

Página 45. Cerrar los ojos y seguir aqui

Entramos en el hostal que estaba hasta los topes de turistas con sus cámaras y sus chancletas. Al fondo había unas escaleras que nosotros subimos rápido y Nico abrió la habitación 18. Al entrar, un olor a viejo me llenó los pulmones, pero no acompañaba a la habitación. Era luminosa y tenía una gran cama en la pared más grande de ella. Las maletas estaban a los pies de la cama, un armario color tierra se extendía de una pared a otro lleno de fotos de animales y de casas que no sabía que pintaban allí. Una cortina verde tapaba lo que sería el balcón y una puerta a la derecha daba paso al cuarto de baño, en el que entré en cuanto pisé la habitación. Estaba sudando así que me despojé de toda la ropa y me metí en el agua congelada, pero volví a llorar, volví a dejar caer todas las lágrimas que tenía en los ojos, volví a odiar mi vida, volví a gritar en silencio para calmar la rabia, volví a secarme de tanto llorar y volví a desconsolarme haciéndolo, intenté despertarme de esa maldita pesadilla pero volví a caer en lágrimas cuando al abrir los ojos seguía en esa bañera hasta el cuello de agua congelada y con los ojos rojos, volví a intentar calmarme pero no pude porque recordé a mi padre y le eché de menos, quise estar con él a pesar de todo y me sentí idiota al darme cuenta de que la única persona que creía que me quería incondicionalmente, porque era su hija, no lo hacía. Horas o quizás minutos, simplemente no sabía el tiempo exacto que estuve allí metida. Me lie en una toalla áspera y salí del cuarto de puntillas, porque Nico estaba tendido en el sofá que quedaba justo enfrente de la cama. Saqué unos pantalones de chándal cortos amarillos y una camiseta blanca; y volví al baño, me los puse y me miré al espejo, los ojos aún tenían surcos rojos pero ya no se notaba tanto. Me había relajado llorando. Un ruido en el balcón me sobresaltó y no sé por qué me invadió un miedo por todo el cuerpo. Me acerqué al sofá y me senté en un hueco que Nico había dejado en el borde. Tenía la cara relajada y el pelo alborotado, las pestañas le llegaban a las cejas, casi por instinto le acaricié la mejilla. Pero se movió al roce con mis manos heladas y abrió los ojos, dio un fuerte suspiro del susto.
-Alex, ¿Qué te pasa?- miró el reloj de pared – son las 3 pensé que estabas dormida.
-Acabo de salir del baño- Nico se incorporó.- Nico... ¿te importaría dormir conmigo? -No quiero estar sola.- Nico me miró luego se levantó y nos metimos en la gran cama. Yo me da la vuelta y me abracé fuerte a su pecho mientras él me rodeaba con sus brazos.
-No deberías de tener miedo ¿lo sabes?- su aliento me rozaba los ojos y no paraba de acariciar mi espalda.
-No puedo dejar de tenerlo, Nico ¿qué ha pasado? Me dijiste que esta semana iba a ser normal.
-Lo sé, pero al parecer alguien del consejo se ha enterado y juro por dios que no sé cómo, pero te querían llevar y tu madre prefirió ir a hablar antes con ellos. Me pidió que me fuese lejos contigo...
Se hizo un gran silencio, de aquellos en los que se puede escuchar hasta el aleteo de un pequeño insecto, hasta los latidos del corazón.
-¿Si te pido algo lo harás?
-Depende- le contesté rápido.
-Sabía que dirías eso- susurró riéndose.
-Inténtalo
-Pase lo que pase no te dejes superar, me torturas cada vez que veo una lagrima rozando tus ojos- me dijo acariciando mi mejilla, me sentía mal por estar tan cerca de Nico y sentirme bien a la vez.
-Lo intento- cerró los ojos por una milésima de segundo.- pero hay momentos en los que todo me supera.
-Lo sé, pero tienes que ser fuerte, no por nosotros sino por ti.- le abracé fuerte, me hundí en su hombro y aspiré lo más fuerte posible. Cuando retiré mi cara estábamos a tan solo unos centímetros, sus labios rozaban los míos, pero reaccioné y retiré de nuevo mis labios, unos labios que sabía querían besarle. Un beso sincero quizás, un beso que borré de ese momento.- lo siento.

No le contesté pero le abracé fuerte y cerré los ojos, dejando mi mente en blanco. Y pedí perdón a no sé quién por haber estado tan cerca de besar a Nico, por saber que a tan solo unos centímetros estaba su boca y sobre todo porque en el fondo quería hacerlo.

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