De pronto Nico entró en la habitación con urgencia. Llamó a mi
madre y rápido ambos bajaron abajo. Algo estaba pasando. Yo también baje pero
en vez de seguirlos cogí mi IPhone y me fui de casa. Al ritmo de Pyramid me fui
alejando de allí. Cerré mi mente a cualquier pensamiento y empecé a caminar. '' Pyramid, we built this on a solid
rock....''. Por el camino me encontré a el director
que con un rápido saludo me deseó buen día. Yo en cambio sonreí, sonreía
mientras las lágrimas rozaban de nuevo mis ojos. El móvil empezó a sonar. En la
pantalla morada se veía su nombre. Descolgué.
-Hola
-Hola – intenté sonar segura.
-Hola
-Hola – intenté sonar segura.
-¿Dónde estás?
-Por ahí.
-¿Por ahí?- me preguntó.
-Si.
-Vamos dime donde estas, quiero verte.
-Vamos dime donde estas, quiero verte.
-Nos vemos en el descampado donde estuvimos la otra noche ¿vale?
-¡Vale!
-Adiós.
Anduve más rápido, acelerando cada paso, cada centímetro donde mis desgastados zapatos pisaban fuerte. Llegué en dos segundos pero él aún no estaba. Me tendí en el césped y volví a darle a Pyramid. Cerré los ojos y me quedé así sintiéndome, exhausta, cansada, dolida, serena, tranquila... pero sobre todas las cosas y por primera vez, me sentí yo misma. Unas manos frías me taparon los ojos y una boca ansiosa se reencontró con la mía. Un beso fugaz. Abrí los ojos y a mi lado sentado estaba Noam. Y su sonrisa claro. Escondía algo a su espalda y se dio cuenta de que me había fijado.
-Tengo algo para ti- me sentí culpable, porque no era capaz de emocionarme. Me limité a sonreír.
-¡Vale!
-Adiós.
Anduve más rápido, acelerando cada paso, cada centímetro donde mis desgastados zapatos pisaban fuerte. Llegué en dos segundos pero él aún no estaba. Me tendí en el césped y volví a darle a Pyramid. Cerré los ojos y me quedé así sintiéndome, exhausta, cansada, dolida, serena, tranquila... pero sobre todas las cosas y por primera vez, me sentí yo misma. Unas manos frías me taparon los ojos y una boca ansiosa se reencontró con la mía. Un beso fugaz. Abrí los ojos y a mi lado sentado estaba Noam. Y su sonrisa claro. Escondía algo a su espalda y se dio cuenta de que me había fijado.
-Tengo algo para ti- me sentí culpable, porque no era capaz de emocionarme. Me limité a sonreír.
-¿Qué es?
-Toma – en sus manos, un pequeño cuadrado envuelto en papel de regalo. Lo abrí
y descubrí un pequeño cuaderno a rayas celeste y blanco; un bolígrafo a juego y
una tarjeta blanca que sobresalía de la tapa. Cogí la tarjeta y noté como Noam
se ponía nervioso, le daba corte. Con una caligrafía casi impecable había escrito.
Charles Dickens dijo alguna vez que el corazón tenia cuerdas que era mejor no
hacer sonar, yo le digo que se equivoca. Tú has tocado cada uno de los rincones
de mi corazón y me atrevo a decirle señor Dickens que no existe en este mundo
mejor melodía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario