Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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domingo, 13 de marzo de 2011

Página 34. Regálame esa sonrisa que tanto me gusta

Una noche silenciosa donde la luna reinaba en un cielo vacío de estrellas, al menos por donde iba pasando yo. Una ligera brisa hacía que se me pusiese el vello de punta. Estaba cansadísima, tan solo pestañear me costaba. Sonó el teléfono y miré la pantalla, Nico, no lo cogí pero hice que saltase el contestador que con un rápido saludo haría que Nico dejase de llamar. Un ruido lejano hizo que unos murciélagos se espantasen, asustándome a mí. Un faro era lo único que se veía a mis espaldas y acercándose. Una moto pasó veloz a mi lado poniéndome perdida de tierra. Le grité cuatro barbaridades pero ¿para qué? Si esa moto debía de estar a más metros de los que mi voz llegase a alcanzar. Pero me equivoqué, el faro retrocedió, bien, ahora me iba a tener que disculpar por los ''piropos''. La moto se paró a mi lado. Era una moto grande, de esas que te da miedo montar porque no llegas con los pies al suelo.
-No deberías andar por aquí sola- dijo con una voz lejana ya que no se había quitado el casco.
-Ni tampoco hablar contigo- le contesté.
-Sí, eso ya me lo has dicho algunas veces.-dijo seguido de una risa amarga.
-Estás loco- seguí andando pero me paré en seco cuando me dijo.
-Eso también me lo has dicho Alex- me giré y ya con el casco quitado allí estaba Noam metido hasta el cuello en cuero negro.- hola.
-Hola – fue lo único que salió de mi boca.
-¿No tenías una fiesta?- se acercó a mí con la moto.
-Tenía, pero estaba cansada -me miró los ojos de una forma extraña debería de tenerlos aún rojos. Pero con suerte creería que sería de tener sueño.
-Ya... ¿No te han acompañado?
-Me fui sin avisar- contesté rápida.
-¿Te llevo?- si aceptaba, al menos llegaría antes a casa.
-No me hace falta, además ¿tú no ibas a ningún sitio?
-No... Solo salí a pasear, venga no seas cabezona, sube.
Me monté detrás y me agarré fuerte a su cintura. Sentí tan cerca cada uno de sus suspiros que no quería salir de allí. Llegamos rápido a mi casa y apagamos el motor para no despertar a mi madre.
-Ya llegamos
-Si- dije mientras me bajaba de la moto.- Gracias por traerme
-No hay de que, no deberías de ir sola por ahí.
-No me da miedo- aclaré.
-Lo sé me he dado cuenta- sonreí.- Alex... - me miraba con unos ojos que parecían estar rebuscando en el fondo de los míos. Me acarició la cara con un guante áspero. Nos fuimos acercando, su cara había cambiado tanto en tan solo unas horas, era una cara dura amargada... con un dolor en los ojos que me hacía sentirlo a mí también. Y no sé si fue por ese dolor que vi en sus ojos, o por los ponches de más que llevaba en el cuerpo pero nos besamos, como había estado esperando días. No sabía lo desesperada que estaba mi boca pero a pesar de todo nos besamos desenfrenadamente, con locura.
- Ven conmigo.
-No puedo... mi madre me está esperado...- le dije dudando, aunque me moría de ganas de aceptar.
-Por favor Alex- le miré y me convenció.
Me volví a montar en su moto y volví a sentir su respiración que ahora iba más relajada. Bajamos un pequeño camino y con una brisa cada vez más fría llegamos a un extensura verde, donde se reflejaba la luna con su brillante luz azul, daba directamente al mar, un mar cristalino y azul un mar joven. Con un solo banco de madera en el centro que miraba a una pequeña isla rodeada de agua completamente. Era precioso. Me quedé sin palabras, inspiré fuerte y parece que se me inundaron los pulmones de algo que no quería dejar de sentir. Nos sentamos en el césped, me quité los zapatos y Noam empezó a hablar.
-Gracias por venir.
-No tenía ganas de quedarme encerrada.- me tendí, seguida de el que también lo hizo aunque el solo se apoyó en uno de sus codos.
-¿Entonces por qué te fuiste de la fiesta?
-Caly habló conmigo sobre Nico y supongo que se me quitaron las ganas de fiesta- no le mentí.
-¿Contigo?- desde aquí abajo me di cuenta de que tenía unos ojos impresionantes, bueno en realidad eso ya lo sabía.
-Si... Caly dice que se ha dado cuenta de que yo le gusto a Nico y me ha dado vía libre- Noam miró al cielo sonriendo y asintiendo.
-¿Vía libre?
-Si
-¿Y la vas a usar? Digo, la vía libre- me preguntó ahora mirándome.
-No lo sé, dímelo tu- me incorporé para verle más de cerca.
-A mí no me importa, yo también tengo muchas vías libres.- empecé a reírme.
-¿A ti no te importa nada verdad? Pero no me lo trago, además no me has contestado. ¿Uso la vía libre o no?
-Sí, te he contestado te he dicho que hagas lo que quieras que a mí no me importa.
-No te creo- le dije, o más bien le susurré.
-¿A no? ¿Y por qué?
-Porque entonces no estarías aquí conmigo.- empezó a reírse y la verdad es que echaba de menos una risa como la suya.
-Sí, supongo que es verdad.
-Oh, Noam ha admitido algo que yo he dicho, esto es un milagro- grité riéndome.
-Vamos, no chilles, se puede enterar alguien- dijo tapándome la boca.
-¿De qué? De que no eres tan duro como parece.
-No, de que no me gustaría estar en otro sitio si no es contigo- me cogió por sorpresa.
-Mentiroso.
-A ver yo para ti ¿siempre soy mentiroso? Diga lo que diga ¿no?-se tendió del todo.
-Más o menos... pero espera ya lo digo yo por ti, no te importa ¿verdad?
-Te equivocas, tú si me importas- me susurró, mirándome directamente a los ojos.
-Idiota – le dije mientras acariciaba una boca que ya había sido mía.
-¿No tienes algo más bonito que decirme?-me acerqué aún más a él y con mis labios en los suyos le dije:
-Te quiero- no sé si me contestó algo o que simplemente se limitó a llevarme a otro mundo, donde solo estábamos el, yo y el sonido de unos besos que se necesitaban como las olas al mar. Minutos después, ya bien entrada la madrugada:
-¿Aún no te ha llamado?- me despertó del ensoñamiento.
-¿Quién?
-Tu padre.
-No. ¿Sabes? A veces pienso que tengo toda la culpa de lo que ha pasado y soy tan injusta con mi madre, siempre le echo la culpa de habernos mudado a ella, le hago sentir tan mal y luego le hago daño a Caly mientras que ella se preocupa por mí..., hay momentos en los que desearía no haber ...- empecé a llorar.- en mi casa siempre todo ha rondado en torno a mí, todo para que yo estuviese mejor y no me preocupase por nada y nunca me he dado cuenta del verdadero peso de las cosas. No he sido buena con la gente que me quiere de verdad.
-Alex, escúchame tu eres la mejor persona que yo he conocido nunca.- me cogió las manos.
-Porque me conoces desde hace nada Noam, tú no sabes como soy realmente, soy egoísta a mas no poder y deberías de alejarte, en realidad todos deberían de alejarse de mi antes de que les haga daño...- Noam cogiéndome la cara con ambas manos y cortando mis palabras, me dijo.
-Alex, el mismo cielo sabe que tienes un corazón de ángel.

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