Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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lunes, 3 de enero de 2011

Página 27. Engaños

Y así di por terminada la conversación, me tiré de cabeza podría decirse, al sofá y me puse a ver un programa donde chicos y chicas peleaban por un gran premio. Eran las 10 de la noche y ese fue el último día que volví a hablar con Noam, de hecho creo que fue uno de los pocos días que regresó a mi vista. Las semanas pasaron volando al menos eso me pareció a mí. Los días eran tan… similares. Me levantaba, iba al instituto, volvía con Caly y me pasaba la tarde o hablando con ella por teléfono o haciendo deberes y estudiando para los exámenes que teníamos. No volví a hablar del tema con Nico. Pero si volví a ver a la chica en mis sueños, cada una de las noches que dormí desde ese día, ella aparecía en ellos, se limitaba a mirarme desde los pies de mi cama, sonriendo y luego desaparecía. Hasta una noche en la que no apareció en mis sueños si no que se presentó cuando aún estaba despierta.
-¿Qué pasa Alexandra, ya no sabes lo que es un sueño o no verdad? – unos dientes blancos como la cal. Me limité a mirarla.- mmm no me hablas ¿no? Jajaja tanto miedo te he dado… creía que ibas a ser más valiente, después de todo lo que me han contado de ti- movía el cuello con tal sutileza que me parecía escuchar los crujidos que daba, una risa horrible salió de su boca, de sus labios rojos como la sangre.- Entonces no me vas a dar ni siquiera el gusto de escuchar tu voz… mmm yo creo que sí.- Movió bruscamente la mano hacia tras, en ese mismo instante como si alguien invisible me cogiese los pelos me tiró hacia tras rompiéndome casi el cuello. Un grito ahogado salió de mi boca, el dolor recorrió mi cabeza.- ¿Qué tal ahora?
-¿Quién eres?- dije mientras me acariciaba el cuello.
-Mmm vas muy rápido, digamos que soy una amiga de tu padre... y de tu amigo- su sonrisa me produjo un fuerte golpe al escuchar que era amiga de mi padre.- veo que aún andas ignorante…
-Tú no conoces a mi padre – le grité
-Insolente…- en dos segundos estaba a centímetros de mi – conozco a tu padre mejor que tú. ¿Entiendes? Tenía pensado hacer esto más…No sé. Le haré un favor a Sebastian matándote... abriéndote el cuello…- la risa de esta chica hacia que mi corazón se parase cada vez que la escuchaba, miré a un lado y a otro de mi cama buscando algo con lo que defenderme ya que ella estaba sacando un puñal de uno de los muchos bolsillos de su chaqueta. Pero solo contaba con el vaso de agua de la noche anterior, sola eso. Menos era una piedra. Cuando sentí la hoja clavarse en mi garganta, cuando sentí el calor de la sangre resbalando por mi cuello le hinqué las uñas en los ojos, en su cara, en todo lo que pude para conseguir quitármela de encima. La chica se tiró hacia atrás como si la hubiesen empujado. Chillando.
-¡Estúpida!- gritó mirándome con la cara llena de arañazos.
Giré sobre mí misma y le tiré el vaso a la cara, aunque eso solo me dio unos segundos para cruzar corriendo la habitación para salir, pero allí estaba ella, entre la puerta y yo, impidiendo la única salida que me quedaba. Me volví rápidamente pero ella ya me había cogido del brazo para desbaratarme y estamparme contra la pared. Luego me tiró el puñal que con suerte solo me rozó pero le basto solo eso para quemarme la piel como si me la estuviesen quitando con unas tenazas. No podía mover el brazo, pero no iba a dejar que me matase. Cogí la pequeña lámpara de hierro forjado para defenderme se la tiré a la cabeza, pero no pareció dolerle. Se acercó y me cogió en volandas por el cuello, apretando allí donde me había cortado con el puñal. Las lágrimas recorrían mi cara del dolor. Su expresión… parecía la persona más satisfecha del mundo. Parecía que iba a terminar lo empezado. Matarme, mis ojos empezaban a fallarme cuando en ese mismo momento la puerta de mi habitación se abrió de un fuerte golpe, alguien le tiró de los pelos hacia atrás para tirarla luego al suelo. Allí estaba Nico con un gran cuchillo dorado y rojo. Aparte de eso lo único que recuerdo son pequeñas escenas… Nico con un corte en la cara con los ojos totalmente blancos y con el cuchillo intentando matar a la chica…Alzó el cuchillo y justo cuando fue a clavárselo la chica desapareció después de mirarme con esa sonrisa maliciosa. Nico calló al suelo y sus ojos volvieron al celeste al que yo estaba acostumbrada, se acercó a mí me cogió y me puso en la cama. Estaba totalmente destrozado.
-Nico…- mi voz salió totalmente apagada el me miró sorprendido quizás de verme viva. Miré mi estómago y estaba totalmente lleno de sangre la chica me había dado en más sitios de los que yo imaginaba. Él se fijó en que me estaba mirando la gran herida que se extendía desde mi costado hasta el centro de mi misma. Las lágrimas que se habían secado volvieron a surgir en mis ojos… quizás fueran las últimas. En ese momento pensé en mi madre, ella tan alegre y tan… ella.
-Te vas a poner bien Alex- ¿Cómo pensaba que me iba a recuperar? Si llamaba a una ambulancia ¿Qué demonios le iba a decir? ¿Que una chica que me persigue en sueños me hizo todo esto, que él entró en la habitación y que justo cuando fue a matarla ella desapareció, que la chica conocía a mi padre y que decía hacerle un favor matándome? Nico posó sus manos encima de mi herida de ellas salió una luz blanca que hizo que la raja de mi estómago desapareciese luego hizo lo mismo en mi brazo y en mi cuello. No podía explicar eso… era imposible. Me había curado totalmente. Nico pareció adivinar que iba a empezar a preguntar y me puso un dedo en la boca.- Si ya sé que tienes algunas preguntas… te lo contaré pero es muy importante que descanses y sobre todo que no se lo cuentes a nadie.- levanté el brazo para ver si esto no era un sueño y de hecho no lo era, una marca de herida se dibujaba en mi brazo, allí donde la chica había alcanzado a darme.
Estaba lloviendo, truenos y viento. Era lo único que me permitía escuchar. Lo único que quería escuchar. Me levanté o al menos lo intenté, me dolía todo. Desde el dedo pequeño de mi pie hasta el último pelo de mi cabeza. Levanté el brazo y allí estaba la cicatriz blanca, pequeña y en forma de Y.
Me había quedado tan cansada de la pelea que ni siquiera había pensado en ella. En como mi madre no se enteró de absolutamente nada. Me puse de pie. Pero casi me caigo en el intento, un fuerte mareo se apoderó de mí. Las 3 y media de la tarde. Mi madre entró por la puerta con una gran sonrisa en la cara, al verla se me cayó el mundo a los pies y empecé a llorar y a llorar, no podía parar. Mi madre me abrazó sin importarle por lo que estaba llorando simplemente se limitaba a decir que todo iba a pasar.
-Escucha Alex, no sé lo que te pasa. Pero cariño nada se merece una sola lagrima de estos ojos ¿entiendes? Nada. Ni ningún chico- al ver que volvía los ojos rectificó- vale quizás no sea por un chico, pero igualmente es lo mismo. Aquí me tienes para contármelo todo. Ya sé que no todo me lo contarás pero si te quieres desahogar ya sabes… Sé que apenas estoy aquí contigo y que te dejo sola mucho tiempo pero me gustaría que entendieses que es por tu bien, por nuestro bien. Y ahora quiero ver una sonrisa ¿vale? Vamos tú sabes- le hice caso.
Luego me dejó sola en la habitación pidiéndome que bajase a comer algo. Me puse mi pijama desgastado de siempre. Y bajé abajo. Pero ella ya se había ido. Comí un poco de verduras que quedaban de la noche anterior y llame a Nico por teléfono.
-Dígame – su voz sonaba normal, como la de todos los días.
-Eh si… Nico soy Alex.
-¡Ah! Alex ¿Qué pasa? - ¿Qué pasa?
-Escucha me gustaría hablar contigo de… lo que… paso anoche.- no había tartamudeado tanto en mi vida.
-¿Anoche?
-Si… tu… la chica.
-Anoche no pasó nada Alex de hecho yo he estado fuera del pueblo.- me dijo cortante.
-No, tú anoche estuviste en mi casa.- no, él no podía hacerme esto. Yo sabía que todo esto había sido real. No me lo había imaginado.
-Alex creo que te estas confundiendo…- dijo, no le contesté, me quedé mirando allí donde no había nada.- ¿Alex, estas hay?
-Sí, lo siento Nico, no quería molestar. Adiós.- colgué sin dejarle mediar palabra.
Otra vez no por favor, otra vez no. No podía soportar esto más. Quizás me estaba volviendo loca y necesitaba un manicomio, quizás todas esas heridas me las hacía yo sola al soñar o imaginarlo todo… Pero era todo tan real… esto no podía ser producto de mi imaginación no podía serlo. No quería que lo fuese. Todo esto me estaba superando de una manera impresionante. Todo podía conmigo en ese momento. Pero yo sabía que solo una persona podía entenderme… y él no estaba allí conmigo o al menos eso creía yo. El sonido de un motor me despertó de mi ensoñamiento, de mi locura. Noam entró por la puerta de la cocina y al ver mi cara solo pudo decir mi nombre. Yo en cambio me abalancé a él y le abrace con todas mis fuerzas, como si se me fuese el aire en ello, como si el mundo se acabase ahí. Y empecé a llorar aún con más ganas de las que había tenido con mi madre. Él se limitó a abrazarme como yo sabía que iba a reaccionar, como yo quería que hiciese. Todos esos días en los que le había echado tanto de menos, todos esos días en los que yo había actuado como si el no existiese, esos días en los que ambos éramos extraños, esos días en los que había llorado hasta ver salir el sol, esos días en los que tan solo verlo me bastaba, esos días en los que nos habíamos hecho tanto daño…esos días los borró con ese abrazo. Parecía que habíamos estados así, abrazados, una eternidad pero apenas duró unos minutos. Hasta que Noam me miró con unos ojos sinceros y preocupados por mí. Luego sin pedir permiso, sin importarle mi reacción me besó y yo me dejé besar porque era lo único que necesitaba en ese momento, era el único suspiro que quería escuchar cerca de mí, el suyo. Minutos después, apenas 4 me senté en una de las sillas y perdí mi mirada en la ventana de la cocina, sentí un leve roce en mis manos, leve pero tan solo eso hizo falta para que mi cuerpo sintiese una descarga eléctrica. Y ahí estaba el, mirándome como si el mundo se acabase luego, o quizás esperando a que rompiese otra vez a llorar por algo que no podía contarle sin que me tomase por loca, por algo que no sabía si era real o no.
-Puedes contármelo lo sabes...- no le conteste.- vamos Alex, todo esto no ha podido ser por un mal día
-Lo sé- volví a abrazarle y sin mirarle a la cara se lo conté todo, mis sueños, mis heridas, la chica, lo que decía de mi padre... Nico, mi madre, ese amigo al que había mencionado, todo. Cuando terminé apenas quería mirarle a la cara pero al hacerlo su cara no era de miedo por tener a una paranoica delante, era miedo de verdad, era ese miedo que tienes al perder a alguien y sin embargo no puedes hacer nada por evitarlo.
Me echó de sus brazos, literalmente, para sentarse en la silla de al lado.
-Noam....- como si hablase con una pared. - Noam por favor puedes decir de una maldita vez algo.
-Tengo que irme – y tal como lo dijo, se levantó y se fue.
-¿Que? No, no, no tú también no. ¡No puedes hacerme esto!- grité como una loca detrás de él, pero nada, el cogió su coche y se fue, como siempre hacía.
En un ataque de ira, yo también me fui.

2 comentarios:

  1. Sorprende e impresionante y de lo más imprevisible¡¡Noam si que es un capullo en toda su regla... xD Como puede marcharse así?¿ O.O
    Espero ansiosa como siempre el proximo capitulo.
    PD:
    Se perfectamente que es agobiante pero no puedo evitarlo...plissss no te tardes tanto en el proximo capitulo¡¡

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  2. jajajajaja si yo tb me sorprendi al escribirlo :D
    esta vez no e tardado tanto
    ahi va el otro capitulo ¡

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