Entré en casa, se estaba
bastante calentita allí. Cerré con pestillo la casa y subí las escaleras. Me
asomé a la habitación de mi madre y allí estaba, dormida con la cara relajada,
incluso pude ver una pequeña sonrisa en su boca, le cerré su puerta para no
despertarla. Entré en mi habitación y me despojé de toda la ropa para darme un
buen baño calentito, tenía que despertar mi cuerpo. Me llevé un buen rato allí
metida, hasta el cuello de espuma, luego me metí en mi cama. Había sido una
buena noche, pensé en Caly, la llamaría por la mañana para ver que le había
pasado. Tenía el cuerpo entumecido y la noche cada vez me daba más miedo
después de lo que pasó… las marcas ya iban pasando del rojo al rosado …casi no
se notaban , pero no era esas marcas las que yo quería que desapareciesen…eran
los ojos de esa chica en mi cabeza…
Tras
esa noche los días comenzaron a pasar muy rápidos a mí alrededor, iba a clase
con Caly y tenía varias peleas con Noam y cada noche me dormía con el miedo de
ver los ojos de esa chica impregnando mis sueños. El verdadero frío comenzó a
inundar el pueblo, y nuestra casa, el frío fue inundándolo todo. Mi padre no
llamó ni un solo día, y me enfado fue tan enorme que le negué a mis oídos el
placer de escuchar su voz. La rutina aparecía junto al frío y eso me apagaba
cada vez más, sobre todo en aquellos días en los que no podía secuestrar a Caly
en mi casa, y finalmente me quedaba sola.
El
día amaneció con un sol que se escondía entre las nubes blancas del cielo. Salí
al balcón cuando escuché el ruido de un taladro debajo de mi ventana. Era Noam,
parecía ser que había vuelto a terminar lo que ayer empezó. Me puse un chándal
gris y baje en zapatillas. Zachary estaba en la cocina con mi madre, haciendo
tostadas. Zachary le había manchado la nariz de azúcar a mi madre, estaban
peleando animadamente cuando entré en la cocina.
-Buenos
días cielo – mi madre tenía una bonita sonrisa en la cara. Por lo que no sabía
a qué hora volví anoche.
-Buenos
días – me senté en una silla.
-¿Tostadas?
– La voz de Zachary superaba el tono de nosotras dos juntas. Puse cara de
pensativa- vamos es la última que hago, nos vamos al pueblo.
-Está
bien – olía tan bien. - ¿Para qué vais al pueblo?
-Tengo
que comprar material para la exposición del lunes.
-Mmm...
– siempre estaba sola.
-Ten,
la mermelada está ahí al lado y también hay zumo en el frigorífico – mi madre
cogió sus tostadas y se fue al salón seguida de Zachary.
Cogí
la mermelada y el zumo junto con las tostadas, me fui fuera al jardín de atrás
a desayunar, allí se escuchaba menos el taladro. Me unté la mermelada de
naranja en la tostada y le pegué un mordisco seguido de un largo sorbo de zumo,
tenía bastante hambre. Puse la pequeña radio que teníamos fuera, la brisa me
despeinó aún más los pelos, pero me gustaba estar allí, me relajaba. Pensé en
la relación de Zachary y mi madre… se llevaba tan bien, era como su segundo marido
aunque me doliese reconocerlo, se notaba que lo quería mucho.
-Buenos
días señorita – Una voz salió justo de detrás mía, Noam. Se sentó a mi lado
apoyando su brazo en una de sus rodillas .No le contesté, me dediqué a mirar mi
tostada y comérmela – estas enfadada ¿verdad?
-Para
nada - ¿yo? Por favor no le iba a dar el gusto.
-Sé
que lo estás – no dejaba de mirarme.
-Entonces
¿Para qué preguntas?- no le dirigí la mirada.
-Oye
siento lo de ayer, de verdad – me aseguró viendo que yo había vuelto los ojos.-
últimamente estoy algo alterado.
-Sí
y siempre la pagas conmigo – aún no lo había mirado.- pero no te preocupes no
te volveré a hablar y ya estarás tranquilo.- me levanté y me fui a la cocina.
Al
entrar, ya no estaba mi madre ni Zachary. Me asomé a la ventana y tampoco el
coche. Fregué el plato y el vaso, y subí a mi habitación. Me senté con las
piernas cruzadas en la cama, el sol entraba cada vez más luminoso por la
ventana, ningún rincón de mi habitación tenía gota de oscuridad y eso me
gustaba. Cogí el móvil y llame a Caly, pero nada, no me lo cogía. Cuando tres
toques en mi puerta me hicieron dejar de llamarla.
-¿Se
puede? – era Noam.
-Supongo.-
metí el móvil debajo de la almohada, Noam entró en la habitación y se sentó
conmigo.
-No
la pago contigo…- repitió mis palabras de antes.
-Si
lo haces – miré por la ventana.
-Créeme
que tengo muchísimas cosas en la cabeza, como para querer pagarla contigo.-
hablaba pensativo, como en otro mundo.
-Yo
también tengo muchas cosas – la conversación parecía que iba a ser así.
-Lo
sé - ¿tanto se notaba?- escucha, prometo no volver a hacerlo ¿vale?
-Vale
– me sonrió con esa sonrisa que me volvía tan loca. Se la devolví.
-¿Cómo
te lo pasaste anoche? – se acomodó en el centro de la cama.
-¿Cómo
sabes que salí?
-Me
lo dijo mi padre – parecía que le costaba decir esas palabras.
-Pues
me lo pasé genial, conocí muchas personas y luego un chico me acompañó a casa -
¿se pondría celoso?
-Mmm
me alegro – no, no se puso celoso.
-Gracias,
¿Tú no sales? – solo lo había visto en mi casa.
-Sí,
mañana por la mañana - ¿salía los domingos?- contigo, te paso a recoger a las
12 – me quedé…. Me había pedido perdón, me quería llevar a salir y no había
salido a la luz ese tono suyo de creído.
-¿Cómo
sabes que quiero ir? – haber que hacía con eso. Levantándose me dijo.
-Te
mueres por mí – vale, si había salido a la luz su tono de creído. Y así salió
de la habitación. Dejando tan solo el aire que flotaba a mi alrededor
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