Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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sábado, 4 de septiembre de 2010

Página 9. El instituto, si yo también lo odio.

Terminé de comerme la manzana y me monté en el coche con ella, el recorrido lo pasamos en silencio, me dejó en la puerta y se alejó. Llegué temprano, porque no había mucha gente, así que entré. Lo primero que me encontré fueron dos grandes escaleras a cada lado del recibidor y un largo pasillo en el centro, lleno de puertas, que supuse serían las clases. Había unos cuantos grupitos de niñas y niños, más pequeños que yo. Un hombre de bigote y bastón se acercó a mí, me recordó a un tipo del padrino que se te acerca a darte tu ultimátum personalizado antes de morir.
-Por la impresión de perdidamente perdida que me has dado, supongo que serás Alexandra Luter ¿me equivoco? – se retorció el bigote, como el malo de todas las películas. Me cayó bien.
-Sí, esa soy yo.
-Bien, ten, este es tu horario – me dio un papel con todos los días de la semana y con cada asignatura, su hora y el profesor o profesora que me impartía la clase – ahora tienes lengua, con la señora Bacán ten cuidado con ella es algo bruja– sin duda me caía bien- ¿te enseño tu clase?
-Si, por favor – subimos las escaleras de la derecha hasta llegar arriba y seguimos el pasillo - ¿y usted quién es?
-Soy el directo Benneton, te daré clase de arte – soltó una carcajada que se me contagio.- arriba están todas tus clases, abajo son las de los pequeños. Ya hemos llegado, esta es la clase 38, tus libros están en aquella estantería – la puerta estaba abierta por lo que me pudo indicar esa estantería.- Buen día señorita. – al decir esto se marchó.
Entré en la clase y cogí los libros, me senté en un pupitre en el lado de las ventanas donde ponían mi apellido. En la clase empezaron a entrar chicas y chicos , fueron sentándose en sus mesas y charlando entre ellos, había de todo tipo, entro una chica pelirroja , salvaje agarrada del brazo de una chica rubia , justo detrás de ellas entraron un grupo de chicos , algo raros por decirlo de alguna manera y así se llenó la clase. Delante mía se sentó la chica rubia que vi antes y detrás otra chica. La clase estaba alborotada, parecía una selva. Hasta que entró una mujer con canas y una cinta en el pelo, la señora Bacán y como bien había dicho el director Benneton, con cara de bruja. Cerró la puerta de un portazo y la clase se quedó en silencio. Se sentó en su mesa y comenzó la clase.
-Buenos días – su voz era grave, con un tono de aspereza. – bien, señorita Luter veo que no ha tenido usted ningún problema en llegar a la clase y no me ha hecho perder el tiempo buscándola. – Toda la clase se volvió hacia mí, perfecto me encantaba ser el centro de todas las miradas – perfecto, yo soy la señora Bacán y le daré la clase de lengua ¿entendido?
-Si – mi voz apenas se escuchó, pero al menos le bastó.
-Comencemos la clase

Vaya mujer.

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