Terminé de comerme la
manzana y me monté en el coche con ella, el recorrido lo pasamos en silencio,
me dejó en la puerta y se alejó. Llegué temprano, porque no había mucha gente,
así que entré. Lo primero que me encontré fueron dos grandes escaleras a cada
lado del recibidor y un largo pasillo en el centro, lleno de puertas, que
supuse serían las clases. Había unos cuantos grupitos de niñas y niños, más
pequeños que yo. Un hombre de bigote y bastón se acercó a mí, me recordó a un
tipo del padrino que se te acerca a darte tu ultimátum personalizado antes de
morir.
-Por
la impresión de perdidamente perdida que me has dado, supongo que serás
Alexandra Luter ¿me equivoco? – se retorció el bigote, como el malo de todas
las películas. Me cayó bien.
-Sí,
esa soy yo.
-Bien,
ten, este es tu horario – me dio un papel con todos los días de la semana y con
cada asignatura, su hora y el profesor o profesora que me impartía la clase –
ahora tienes lengua, con la señora Bacán ten cuidado con ella es algo bruja–
sin duda me caía bien- ¿te enseño tu clase?
-Si,
por favor – subimos las escaleras de la derecha hasta llegar arriba y seguimos
el pasillo - ¿y usted quién es?
-Soy
el directo Benneton, te daré clase de arte – soltó una carcajada que se me
contagio.- arriba están todas tus clases, abajo son las de los pequeños. Ya
hemos llegado, esta es la clase 38, tus libros están en aquella estantería – la
puerta estaba abierta por lo que me pudo indicar esa estantería.- Buen día
señorita. – al decir esto se marchó.
Entré
en la clase y cogí los libros, me senté en un pupitre en el lado de las
ventanas donde ponían mi apellido. En la clase empezaron a entrar chicas y
chicos , fueron sentándose en sus mesas y charlando entre ellos, había de todo
tipo, entro una chica pelirroja , salvaje agarrada del brazo de una chica rubia
, justo detrás de ellas entraron un grupo de chicos , algo raros por decirlo de
alguna manera y así se llenó la clase. Delante mía se sentó la chica rubia que
vi antes y detrás otra chica. La clase estaba alborotada, parecía una selva.
Hasta que entró una mujer con canas y una cinta en el pelo, la señora Bacán y
como bien había dicho el director Benneton, con cara de bruja. Cerró la puerta
de un portazo y la clase se quedó en silencio. Se sentó en su mesa y comenzó la
clase.
-Buenos
días – su voz era grave, con un tono de aspereza. – bien, señorita Luter veo
que no ha tenido usted ningún problema en llegar a la clase y no me ha hecho
perder el tiempo buscándola. – Toda la clase se volvió hacia mí, perfecto me
encantaba ser el centro de todas las miradas – perfecto, yo soy la señora Bacán
y le daré la clase de lengua ¿entendido?
-Si
– mi voz apenas se escuchó, pero al menos le bastó.
-Comencemos
la clase
Vaya
mujer.
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