Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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sábado, 4 de septiembre de 2010

Página 7. Fechas

Cada día me convencía más de que mi madre me había traído con ella para ser una decoración más en esta casa tan grande. Subí a mi habitación para darme un baño e intentar relajarme un poco, pero antes de eso cerré la puerta principal con llave. Tenía suerte de tener una habitación con baño propio con esto me ahorraba millones de discusiones con mi madre, entré en el baño por primera vez ya que no me había dado tiempo antes, lo primero que me llamó la atención fue la gran bañera que había en el centro de él, rodeada de paredes con pequeños azulejos que formaban un bonito mosaico. Abrí el grifo de la bañera para que se fuese calentando el agua y cogí algo de ropa… nada especial, una camiseta verde a rayas que más que una camiseta parecía un vestido y mis zapatillas. Cerré la puerta del baño y me mire en el espejo… nunca me había considerado una chica guapa, tenía unos pelos negros y ondulados que provocaban peleas conmigo misma a la hora de peinarme, unos ojos grandes, celestes y con dos abanicos de pestañas sobre ellos, por lo demás era una chica bastante normal, una nariz pequeña al igual que mi boca y un cuerpo también normal, mi padre siempre me decía que antes de todo intentase tener un buen corazón, y lo intentaba. Es verdad que siempre había sido buena chica , no contestaba de mala manera , estudiaba ( hasta que mi cabeza decía , no ) , ayudaba en casa y todo lo que las ‘chicas buenas’ hacían , pero no era tonta , también sabia tener ese punto de maldad que hay que tener en la vida diaria para que no te pisoteen , sabia tomar mis decisiones sola y me sentía una chica segura de mi misma .
Me metí en la bañera con el agua casi hirviendo, me gustaba mirar como las gotas de agua hacían carreras por mi cuerpo para llegar a rincones donde nadie había llegado nunca, acariciando mis brazos, piernas y mi cara, también me gustaba mirar como el vapor subía hasta el techo y empañaban todos los cristales de la habitación. En ese instante escuché un fuerte ruido abajo, apagué el grifo y me quedé quieta para intentar escuchar mejor lo que pasaba, volví a escuchar el ruido. Rápidamente me salí de la bañera y me puse la camiseta que empapé al segundo. Mientras me decidía si bajar o no, salí a mi habitación y volví a escuchar el sonido esta vez más cerca, en el recibidor. Al final abrí la puerta de mi habitación y me asomé a las escaleras.
-¿Mama? – Grité con fuerza más por aplacar mi miedo que por llamar a mi madre.
Nada, absolutamente nada me contestó, solo se escuchó otro ruido en el salón, bajé las escaleras, por suerte estaban las luces del recibidor y el salón encendidas, vi una sombra en el salón y decidida entré, para mi sorpresa lo único que vi fue a una chica vestida totalmente de negro y encapuchada a la que en solo dos segundos le dio tiempo de mirarme con unos ojos casi blancos, salir por la ventana y por supuesto ponerme la piel de gallina. Me quede allí clavada en el suelo, congelada y con muchísimo miedo. Cuando reaccioné a los 10 minutos cerré la ventana y vi una nota en la mesa, no quería leerla pero mi mente me pidió que lo hiciera ‘27 de noviembre, es nuestra’. El corazón casi se me sale del cuerpo, ¿27 de noviembre?, ¿Qué significaba eso? , ¿Qué hacia esa chica en mi casa? De pronto escuché la puerta principal y casi me desmayo al escucharla, cogí la nota y lentamente me acerque para ver quién era, pero solo me encontré a mi madre. Me relajé al verla, pero no quería contarle nada de lo que había sucedido, a pesar de todo no quería preocuparla, pero mi enfado de antes se volvió a accionar cuando la vi.
-Alex, ¿qué haces mojada aquí abajo? Lo estás poniendo todo perdido – me dijo, mientras dejaba su bolso en el perchero, era increíble la rapidez con la que nos habíamos instalado en la casa.
-Nada…ehh escuché algo aquí abajo y vine para ver lo que era – en parte era cierto.
-Jajaja mi pequeña guerrera, pues déjame decirte que solo era yo – su risa hizo eco en la casa, pasó a mi lado y me dio un beso en la frente – vamos sube y termina de ducharte.
-Si

Subí lentamente las escaleras, quería creer que todo había sido un sueño, pero no, no lo había sido. Me terminé de duchar y me acosté a dormir, pero antes guardé la nota en la mesita de noche, antes de volver a leerla.

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