Cogí un sendero que
conducía, como le había dicho a mi madre, a la parte trasera de la casa, se
veía el mar, azul, pero no un azul cualquiera un azul intenso, tan intenso que
me entraron ganas de tirarme a rodar por el valle, llegar al mar y no salir
nunca de él. La casa estaba rodeada de unas pocas casas parecidas a esta, pero
tampoco íbamos a tener muchos vecinos. Escuché un ruido que venía de un pequeño
trastero que se encontraba al final del sendero de piedras en el que me
encontraba. Fui a ver que hacia ese ruido, lo más seguro que fuese un animal
que se había colado, busque un palo o algo para defenderme… no iba a hacerle
daño al animal solo a asustarle, al llegar al trastero vi algo oscuro debajo de
un coche plateado alcé mi escoba (ya que no había encontrado nada más) y
propiné un golpe a aquello, el animal soltó un gran grito…pero ese grito no
sonaba a animal.
-¡Ah!
¿Porque me pegas? - de debajo del coche salió un chico, moreno a comparar
conmigo era muy moreno. Tenía unos ojos increíbles, verdes como las esmeraldas,
no tenía puesta la camiseta por lo que dejaba entrever sus abdominales.
-Lo
siento – fue lo único que me salió de la boca, dios, nunca me había quedado tan
paralizada al ver a alguien – oí un ruido y creía que era un animal.
-Si
ya… sentirlo es lo mínimo que tienes que hacer – hablaba con un tono de
superioridad irritante, apenas podía tener 2 años más que yo, y me hacía
sentirme pequeña.
-Oye
que no lo he hecho queriendo – le repliqué, no sé porque me había hecho
ilusiones, todos los chicos guapos solían ser unos impertinentes. Y él no se
salvaba.
-Pues
ten más cuidado – y volvió a meterse debajo del coche, sin decirme nada mas –
por cierto, te puedes ir, es que no puedo trabajar con personas mirándome tan
directamente- ¿Pero que se creía?
-No
te estaba mirando, además ya me iba, tampoco es que hubiese encontrado aquí
ninguna distracción.- intente ser cortante, pero sé que no lo había conseguido
cuando de debajo del coche salió una carcajada con un tono sarcástico que lo
hacía más irritante.
-Adiós.
-Adiós.
¿Quién
se había creído que era? No me conocía de nada absolutamente de nada y me
hablaba de esa manera…. Uf no podía sopórtalo .Me dirigí al coche para sacar
mis maletas, con pasos firmes y con cara de enfadada, no por su forma de hablarme
ni nada por el estilo, sino porque aparte de cómo me había tratado no podía
sacarme de la cabeza esos ojos tan bonitos… que parecían… Por favor Alex basta.
Te ha hablado de una forma bastante mal y tú empiezas con esas tonterías,
-¿Te
pasa algo? - Zachary estaba apoyado en el coche mirándome, debía pensar que
estaba loca, ya que me había pillado hablando sola.
-No,
solo que hay un chico irritante en el trastero, y me ha hablado de una forma pésima…
se ve que es un prepotente…- seguí diciendo groserías por la boca, lo que más
me molestaba era que Zachary se estaba riendo a carcajadas.
-Sí,
a veces suele ser algo molesto.
-¿Lo
conoces? - pregunté sorprendida.
-Mmm
veamos… ¿Pelo corto y negro?- preguntó con una sonrisa y con la mano apoyada en
su boca.
-Si.
-¿Piel
morena?
-Si.
-¿Ojos
verdes?
-Si…
creo que lo conoces eh me lo estás describiendo perfectamente- dije con un tono
sarcástico.
-Sí,
creo que es mi hijo Noam – Dijo con una cara bastante seria… supongo que al ver
mi expresión le entró esa risa tan sonora que tenía.
-Mmm
¿Tu hijo?- me quedé blanca, aún más blanca, había estado diciendo blasfemias de
su hijo. Era idiota, no lo siguiente- esto… lo siento.
-Jajaja
No pasa nada Alex, sé que a veces es insoportable, no te preocupes no le
contaré nada a Noam.
-No
me contarás ¿qué? - Perfecto el trio al completo, Noam apareció por el sendero,
sin camiseta por supuesto, y con una expresión... que no sabría describir,
enfadado pero alegre, sarcástico pero serio.
-Nada,
parece que ya conoces a Alex, la hija de Adelina.
-Mmm
supongo que sí. – me miró con tal desdén que tuve que irme, no podía soportar
que me miraran de esa forma.
-Me
tengo que ir, necesito subir mis maletas, adiós.
-Si
quieres Noam puede ayudarte a subirlas – ¿Era tonto? Me acababa de pelear con
su hijo y quería que me ayudase a subir mis maletas… ni loca.
-No
gracias yo puedo sola.
Tragándome
mi orgullo, así me fui. Dejando que el imbécil y su padre se quedasen riéndose
a más no poder mientras yo con la cabeza bastante alta entraba en mi casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario