Entré en la casa sin casi
darme cuenta de ella, creo que si tuviese más fuerza hubiera roto los azulejos
del suelo al pisarlos, no entendía por qué me ponía así de furiosa, había sido
solo un chico insolente al que no había visto en mi vida y que con algo más de
suerte no volvería a ver nunca, ya que Zachary no vivía en el pueblo por lo que
había escuchado en el coche. Lo peor era que seguía pensando en ese chico
irritante y seguía poniéndome nerviosa con tan solo pensar en él.
-Cariño
¿qué te pasa?- me preguntó mi madre preocupada al ver mi cara.
-Nada
mama no te preocupes – era tan delicada que me daba miedo alterar esa burbuja
de cristal en la que vivía.
-¿Estas
segura?
-Sí,
voy a dejar esto en mi habitación.
Subí
las escaleras de mármol con la seguridad que me había faltado antes al hablar
con Noam, la escalera tenía una luz asombrosa, contaba con unos ventanales con
dibujos muy parecidos al de la puerta principal. Mi habitación estaba situada
al norte de la casa, al final de un gran pasillo adornado con muchos cuadros
hechos por mi madre, en el techo había una especie de puerta que daba paso al
ático, donde yo quería mi habitación pero que mi madre usaría como cuarto de
inspiración. Entré en mi habitación y deje mis maletas en el suelo, nada de lo
que había en aquella habitación lo había escogido yo, parecía la casa de una
desconocida, así que me propuse darle mi estilo. Saque de la maleta una
fotografía donde sonreía plenamente junto a mi padre un día de playa y la
coloqué en la mesita de noche, saqué también el poster de ese grupo que mi
madre odiaba y que por eso mismo a mí me encantaba y lo pegué en la puerta….
Eso sería una nueva pelea con mi madre, pero no me importaba. La habitación
tenía una gran cama en el centro con una colcha blanca, una gran alfombra azul
marino que ocupaba casi la mitad de la habitación y un gran ventanal con un
pequeño asiento en el. Me asomé a la ventana y se veía el mar, mi madre sabía
que me encantaba, supongo que de ahí venía el predominante color azul en mi
habitación, tenía unas vistas maravillosas. Aunque en ese momento dejaron de serlo,
Noam estaba justo debajo, mirando hacia mi ventana y sonriendo, empecé a abrí
la ventana para dejar que entrase el aire, al menos de eso me quería convencer.
-Deberías
tener cuidado con esa ventana, estaba rota .- y ahora me hablaba y se las daba
de sabiondo conmigo … pues no , abrí la ventana con todas mis fuerzas posibles
, pero se quedó atascada a la mitad y me di un fuerte golpe en la cabeza – te
lo dije.
-¡Ah!-
dios tenía sangre, perfecto no podía haber quedado peor, delante de ese
impertinente, tenía que haberle hecho caso y no abrir la ventana, pero no, tuve
que hacerlo y ahora se está casi muriendo de la risa.- ¿Estas bien? - no quería
abrir los ojos, su voz sonaba demasiado cerca para que viniese de abajo.
-Sí,
gracias – cortante, quería que se sintiese como yo hace un rato.
-Tienes
sangre.
-Ya
lo sé.
-Amm,
eres una especie de vampiro ¿te gusta tener sangre en la cabeza?- soltó una
carcajada y la verdad es que no pude aguantar y también me reí.
-No,
no soy un vampiro.
-A
ver, deja que te lo mire – se acercó a mí y comenzó a mirarme la brecha, desde
esta distancia podía sentir su aliento en mi cara, sus dedos rozándome la
mejilla, contar el número de inspiraciones que hacía y sobre todo mirar esos
ojos verdes que me tenían hipnotizada.- Te has hecho una buena brecha, espera
aquí voy a por el botiquín.
-Déjalo
mi madre lo hará
-Tu
madre no está, ha ido con Zachary al pueblo – perfecto ahora sola con Noam, dios,
pero ¿de qué iba? Antes parecía darle asco y ahora se ofrece a curarme la
herida. El problema estaba en que yo seguía igual de atontada al mirarle.
-Amm,
está bien – no sabía que decir ni que hacer, y el parecía darse cuenta.
-Ahora
vuelvo- salió de mi habitación tan rápido que apenas lo noté, quizás por el
fuerte golpe en la cabeza o por lo anonadada que me tenía.
-Ya
está – traía en las manos una manopla con un hielo dentro, se acercó y me lo
puso en la herida, también traía una tirita – creo que no necesitarás puntos
así que con esto bastará.
-Gracias
– mantenía la vista en el suelo, ya que si me permitía mirarlo no podría parar.
Pasaron
los minutos y seguíamos callados y al menos yo muy incómoda, por suerte para
los dos oímos llegar un coche y al asomarme por la ventana vi que era mi madre,
rápidamente me acerqué al espejo y me puse la tirita para quitarle importancia,
me repasé el pelo y me dirigí a Noam.
-Ya
han llegado, vamos abajo y otra vez gracias por lo de la herida – dije
señalándome a la cabeza e intentando parecer cordial.
-No
hay de que – y volvía a ese tono cortante, parecía que la presencia de su padre
y mi madre le ponía nervioso.
Se
puso rápidamente de pie, sin ayudarme a levantar. Como un auténtico caballero,
aunque en ese momento hubiese preferido un vampiro.
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