Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

Pages

martes, 25 de octubre de 2011

Página 56. El dedo en la llaga

Antes de nada, eché un vistazo atrás mirando la plaza que aún seguía silenciosa, oscura y adormecida. Mientras más tiempo me quedaba quieta más insoportable se iba haciendo el frío e inevitable el vaho que desprendían mis labios. Una puerta a la sombra de un gran edificio lleno de ventanas con periódicos pegados a los cristales. Según Nico esta era la puerta que conducía a los sótanos. Nos acercamos aún más y lo primero que vi fueron unas anchas escaleras que me llevaban hacia abajo. Me dispuse a entrar cuando Nico me frenó.
-Es mejor que yo entre por detrás, buscaré una puerta o una ventana, si te ven conmigo pueden empezar una pelea o algo peor- me dijo.
-Está bien, pero ten cuidado, mantente cerca – asintió y tras un ligero beso en la frente, desapareció.
Ahora me tocaba a mí. Avancé silenciosa por las escaleras tentando a ciegas para no resbalar, cuando las escaleras terminaron llegué a un especie de parking subterráneo. Allí había 5 o 6 fluorescentes con una luz intermitente que le daban un aire tétrico al sitio. Entré. A ambos lados, una hilera de columnas que se alzaban hasta el techo. No más. Comencé a avanzar poco a poco por el parking cuando la escuché gritar. Era ella, sin duda alguna era Caly. Su grito había salido del fondo del sótano, un grito ahogado. Empecé a correr y a mirar a todos lados, el mareo iba en aumento cuando vi algo a unos metros de mí. Algo justo debajo de un foco, que con una brillante luz no dejaba ver más que una leve silueta y su sombra que se extendía medio metro a su lado. Me quede quieta, mis pies se paralizaron, cuando entendí, que aquella sombra no era más que su sangre.
Mis pies respondieron y corrí con todas mis fuerzas hacia ella, al llegar una sensación de horror me invadió. Caly totalmente ensangrentada, estaba sentada y atada a una silla de madera. Me miraba con unos ojos de urgencia que intentaban decirme algo, que yo no lograba entender. Le intenté desatar las cuerdas de las muñecas pero fue inútil, el temblor de mis dedos no me dejaban ni siquiera moverlos. Tenía una mejilla ensangrentada, con un corte que me provocó nauseas, era profundo, uno de los ojos amoratado y no sé cuántas heridas más que descansaban en su cuerpo.
-Caly, Caly venga vamos mírame, no dejes de mirarme – le dije cuando noté que sus ojos iban fallando- venga te sacaré de aquí, pero no tienes que dejar de mirarme ¿vale?
-Alex...- me susurró.
-Chs... No hables solo mírame.- le dije mientras intentaba desatarla de nuevo.
-Alex no...
-Vamos aguanta solo un poco – la tensión me estaba ganando esta batalla y los dedos me fallaban.
-Él está aquí Alex...
-¿Quién Caly, quien está aquí?- le pregunté alarmada. Ella me miró fijamente.

-Tu padre.

6 comentarios: