Me quedé con su sonrisa de cal y esa pizca de luz que me hizo soñar de nuevo

El corazón tiene cuerdas que es mejor no hacer sonar. Charles Dickens.

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martes, 13 de septiembre de 2011

Página 50. ¿Todos los chicos son malos?

10 minutos después Nico salió del cuarto de baño, con unos pantalones vaqueros y una camiseta de media manga celeste. Bajamos al bar y al parecer nadie escuchó todo lo que se había montado arriba, allí sin embargo la tranquilidad reinaba. Pedimos unos filetes con patatas y empezamos a comer. A mi plato le faltaban las patatas por lo que cada vez que Nico miraba hacia otro lado le robaba alguna que otra de las suyas. Y él miraba extrañado cuando se fijaba en que cada vez tenía menos. El bar en si no era gran cosa, se notaba que llevaba años abierto y que había pasado de generación en generación, no era algo que supiera por propia imaginación, no. Si no porque la pared derecha de este sitio se veía invadida por cientos de fotografías de una familia al parecer unida y feliz. Donde la infancia que se retrataba en las primeras fotos, se convertía en fantasmas de los recuerdos en las últimas fotografías. El techo era de madera, con grandes vigas de esas donde los piratas se enzarzan a batallas, con ventanales inmensos donde la princesa del cuento espera a su hombre, ojala la vida fuera tan fácil. Una niña pequeña se acercó a nosotros, vestida de hada, con unos ojos profundos y marrones se quedó mirando las patatas de Nico.
-¿Quieres una? - le pregunté acercándole una patata. La niña la cogió, me sonrió y se fue corriendo. Es increíble como una simple sonrisa algo sincera, es capaz de mover continentes.
-Hoy a todo el mundo le gustan mis patatas.- dijo Nico riéndose.
-Parece un angelito.- contesté aun mirando a la niña que había vuelto con sus padres.
-¿Por qué?
-No sé, parece una niña muy buena... - era una pregunta absurda.
-Ah y se supone que si es buena es un angelito... - se inclinó hacia mí- pues que sepas que hay ángeles que somos muy malos.
-¿Ah sí? ¿Y dónde tendría el placer de conocerlos?- rompí en una carcajada.
-Lo tienes delante.
-¿Y cómo me lo demuestras?
Nico se levantó, me cogió de la mano y salió pitando del bar. Se colgó su chaqueta al hombro y se volvió a mirar al tabernero haciéndole una señal con el ojo.
-¿Ves que malo soy? Me voy sin pagar.
-Mentiroso, te he visto hacerle señas a ese hombre
-¿Yo? Necesitas aumento en esos pequeños ojos- me dijo dándome con el dedo en la frente. Y andando algo más rápido que yo, que tuve que correr para alcanzarle.
-Eh espera, que no tengo los ojos pequeños.

Salió corriendo cruzando la carretera, parecía que el dolor se le había pasado. Yo le seguí. Cruzamos un jardín precioso, lleno de flores y de parejas que sentadas en unos bancos daban rienda suelta a su amor. Parejas que sí, me daban bastante envidia.

1 comentario:

  1. Si, es verdad que hay algunas faltas. Me pondré a corregirlas :) Gracias por el comentario.
    Besos, me paso ahora mismo :)

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